El pragmatismo es una de las actitudes más útiles en la resolución de problemas. Aquí analizamos las características de las personas que poseen esta cualidad.
Una persona práctica es aquella que se enfoca en realizar acciones concretas, tendentes a lograr objetivos claramente útiles y con un refuerzo más o menos inmediato. Para quien piensa y actúa de esta manera, todo aquello que no reporte una ventaja observable con poco riesgo carece de interés o de valor.
Para una persona práctica no importa tanto el proceso, ni el método, sino el resultado. Si ese resultado reporta beneficios, es probable que los medios para lograrlos estén justificados. En ese orden de ideas, para ellos no tienen mucho sentido el mundo abstracto de las ideas, las emociones o los valores. Simplemente piensan: si funciona, está bien. Si no, hay que explorar el proceso para ver qué ha pasado.
En principio parecería que una persona práctica es alguien sin escrúpulos, pero esto no es así. Simplemente para ellos tiene mayor validez lo que arroja resultados concretos y no las especulaciones o intenciones. De alguna manera las temen porque saben que muchas veces se quedan en un discurso, sin llegar a traducirse en hechos específicos.
Las personas con una inclinación práctica hace aportes muy relevantes, en especial en momentos de dificultad o crisis. Hay muchas situaciones en las que lo que importa es actuar, y no especular o teorizar. Si alguien tiene un ataque al corazón, o una empresa cae en picado, lo que se debe hacer es actuar. Ahí es cuando una persona práctica revela su gran potencial. Tienen además otras características interesantes, como las siguientes.
1. Una persona práctica es realista
Si algo tiene una persona práctica es un sentido de la realidad muy bien cimentado. Captan fácilmente lo esencial de una situación o de una persona. Sobre esa base definen cómo encaja en sus planes y actúan, no se quedan perdiéndose en detalles.
Más que mirar cómo podrían ser las cosas se ocupan en ver cómo son. Eso se convierte en el sustrato de su forma de actuar. Pueden ser crudos, o a veces algo cortantes, pero definitivamente sí tienen los pies bien puestos sobre la tierra. Los ideales y los mundos perfectos no son espacios por los que se muevan.
2. Son decididos
Cuando una persona es práctica se plantea metas muy claras y va tras ellas. Difícilmente se le ve dudando, especulando o titubeando. Por supuesto que también pueden ser reflexivos, pero decantan fácilmente las ideas y las traducen en actos. Son más de probar en la realidad que de hacerlo mediante juegos mentales.
Todo esto las convierte en personas muy decididas. No les gustan los rodeos ni las medias tintas. Como hemos dicho, prefieren evaluar la validez de sus metas y proyectos en el terreno, no en el pensamiento. Son capaces de cambiar de dirección cuando la realidad concreta les muestra que van por el camino equivocado porque sienten poco apego por la forma o manera en comparación por el que sienten hacia el objetivo que se han propuesto.
3. Toman riesgos
Visualizar los riesgos, medirlos, tantearlos y considerarlos con demasiado detalle no es algo que seduzca a una persona práctica. Entienden que cualquier circunstancia entraña eventuales altibajos. Sin embargo, esto no las detiene.
Este tipo de personas tienen los ojos puestos en los resultados. Saben que para llegar a un determinado punto es necesario asumir riesgos y estar dispuestos a cometer errores.
Eso no los trasnocha. Confían en que siempre hay otra vía para llegar al mismo punto. Por eso no se echan para atrás cuando encaran la posibilidad de fallar.
4. No dependen de los elogios o las críticas
No hay nada más poco práctico que vivir en función de la aprobación de los demás. Para lograr un gesto de aceptación hay gente que está dispuesta a falsearse, desviar su camino o asumir posturas que van incluso en contra de sí mismos. Esto no le ocurre a una persona práctica.
Muy al contrario, las personas con una perspectiva práctica de la vida son conscientes de que toda actuación está sujeta a crítica; sin embargo, para actuar no dependen de que los demás a prueben o desaprueben su idea. En este sentido, no gastan demasiada energía intentando agradar a los demás.
5. Saben priorizar: trabajan con jerarquías y se ciñen a ellas
Las personas prácticas son gente de acción. Pero para que una acción sea acertada debe responder a un orden mínimo y a un criterio claro. En particular, una cadena de acciones conduce al logro de buenos resultados cuando se sabe distinguir qué es lo importante y qué es lo accesorio.
Saber priorizar es precisamente tener buen criterio para clasificar las acciones que ameritan mayor atención. También las que se deben realizar primero para hacer posibles o más fáciles a las demás. Quien tiene un pensamiento práctico es bueno priorizando y siguiendo dicho orden.
Difícilmente vas a encontrar una persona que sea totalmente práctica u otra que sea totalmente especulativa. Casi todos tenemos rasgos de uno o de otro y los aplicamos de manera distinta en las diferentes ocasiones. Cada una de esas perspectivas es muy valiosa y aporta beneficios diferentes. Son complementarias y no excluyentes. Como quiera que sea, lo cierto es que a todos nos sirve cultivar un poco ese lado práctico, especialmente a la hora de enfrentar dificultades que requieren de una solución inmediata.
¿Podría existir una Inteligencia Práctica?
La teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner no registra una inteligencia práctica como tal. Pero, ¿podemos hablar de otro tipo de inteligencia no recogido por el autor? Se debería analizar si la capacidad práctica encaja con los ocho criterios de Gardner para clasificarla como inteligencia:
- Posibilidad de ser aislada por un daño o lesión cerebral.
- Presencia de personas con perfil disperso con respecto a la media.
- Presencia de mecanismos básicos implicados en el tipo de inteligencia concreta.
- Historia de un desarrollo evolutivo concreto en términos ontogenéticos.
- Historia de desarrollo evolutivo específico en términos filogenéticos.
- Apoyo desde la psicología experimental.
- Apoyo desde la psicometría.
- Posibilidad de codificación en un sistema simbólico.
¿Y tú, qué piensas? ¿Se trata de un tipo de inteligencia?