Todas las personas con las que nos cruzamos en el camino llegan a nuestras vidas por algún motivo

Los seres humanos hemos tratado de encontrar una explicación para darle sentido a nuestra existencia y que justifique nuestro paso por la Tierra.

A lo largo de los años, miles de culturas han tratado de explicarlo con la construcción de leyendas sobre el destino del hombre y su vinculación con el universo, un sistema en permanente movimiento y transformación.

Esta leyenda japonesa explica de forma poética por qué todo lo que sucede tiene una razón de ser y cómo todas las personas con las que nos cruzamos en el camino llegan a nuestras vidas por algún motivo.

Cierra tus ojos e imagina la sangre que te da vida y que corre por tu cuerpo. Ahora piensa en los millones de venas y arterias que la conducen para que llegue a cada rincón de tu organismo. Bien, de todas las posibles conexiones en tu sistema circulatorio hay una directa entre tu corazón y tu dedo meñique. Gracias a la arteria cubital estos dos aislados puntos de tu cuerpo se conectan. Esto quiere decir que tu pequeño dedo puede ser el mejor embajador de tu corazón y por ello en muchas culturas para sellar una promesa entrelazas la punta de tu meñique con la de otra persona.

Según la leyenda del hilo rojo, el dedo más pequeño de tu mano no es donde termina esta vital conexión con tu corazón. Del meñique se desprende un invisible hilo rojo que lleva la impronta de tu alma y te conecta de forma definitiva y profunda con los hilos de otras personas, es decir, con sus corazones.

Aquellos que estén atados por un hilo rojo están atados por la fuerza de la vida misma; están destinados a encontrarse y vivir una historia de mutuo aprendizaje y ayuda sin importar el tiempo, la distancia o las circunstancias que los separen. A lo largo de la vida el hilo puede extenderse o enredarse, alejándonos momentáneamente de esa o esas personas, pero nunca puede romperse.

Esta concepción de la vida, el destino y las relaciones humanas nace de una concepción holística del mundo, en donde nuestra energía y fuerza vital se ramifica más allá de nuestro cuerpo y nos une al universo y a los seres que hay en él. El hilo rojo es una forma de comprender al ser humano como parte de un todo, de una red de vida que se nutre de las relaciones, el dar y el recibir; que cobra sentido cuando comprendemos por qué estamos en la vida de alguien o de qué manera podemos ayudarle en su camino.

Nuestro hilo marca nuestro destino, es un itinerario trazado que nos acerca a quienes más nos necesitan y a quienes más necesitamos, aunque desde nuestra visión humana no lo comprendamos en el transcurso de la existencia terrenal. Para los japoneses esta es una forma de pensar, que nada es producto de la suerte y que no somos tan poderosos cuando creemos que decidimos sobre nuestra vida.

Valdría la pena entonces preguntarnos ¿con quién estoy vinculado mediante el hilo rojo?, ¿qué cosas debo aprender de las personas que han marcado mi vida?

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